Alberto Mosquera, captando la atención de E. Prados.
A las puertas de la temporada de campeonatos, el agua se caldea, como los ánimos de muchos. La competición no casa, en mi opinión, con el alma del surfer. La competición en el surfing es extraña, compleja, subjetiva y excesivamente comprimida. Recuerdo haber realizado largos y caros viajes para 2 o 3 mangas de apenas 20 minutos. No podría entender algunos deportes sin la competición. No así el surf, deporte de alta carga espiritual, libre de rivales antropológicamente hablando.
Erika, en una sesión primaveral, entrenando para Pro Juniors.
Fotos: A REMOJO.
Gracias a todos por las visitas y comentarios. Hasta la próxima.
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