Abordada la parte neuropsicológica de la felicidad, entremos en materia de lo terrenal, en el ello que decía Freud. Antes, resaltaré el aspecto idiosincrásico del Surfing de competición. Es un tema controvertido para mí y lleno de dudas exclusivas.
Personalmente he tenido la suerte de ganar competiciones a nivel autonómico, nacional y en una ocasión europeo (Doniños DK Series 06 –gracias al Grosso por hacer ese Surfusiom y también a Yiyi porque de él y del Sr. Beceiro he aprendido esta técnica–) .
Sí. Puedo decir que
competición pudo significarme felicidad en alguna ocasión, pero
no pienso que sea el tipo de felicidad antropológica del surfista, sino más bien de satisfacción, de complicidad con el esfuerzo personal dedicado a buscar la victoria. El Surf es un deporte individual pero en mi caso y en el de muchos, se viaja en “equipo”, con los de siempre. Nunca es plena la emoción feliz porque si has ganado significa que los que han ido contigo no, y por tanto, no puedes compartir plenamente esa emoción. En este caso, ocurre algo parecido a cuando surfeamos solos: si no lo podemos compartir… no tenemos tan fácil su recuerdo y por tanto, esa sesión de magníficas olas puede caer con mayor probabilidad en el olvido. Además no sé por qué, pero poco después de una prueba, aún ganándola, en seguida estaba ya agobiado, pensando en como prepararme para la siguiente.
El placer al lado de casa. Santa Comba
Cuando he ganado algún campeonato en ocasiones me he sentido solo. La sensación que yo tenía era mía únicamente. Todavía más, si cabe, si alguno de mis amigos poblaba dicha final ya que esa sensación semidesnatada no tenía nada que ver con la de una sesión regada por olas espectaculares, compartidas con ellos. Analógicamente, yo me alegraba cuando un amigo ganaba. Pero el cabreo que irremediablemente aparecía en mi interior cuando me eliminaban, hacía que mi sonrisa no estuviese a la altura de lo que mi amigo merecía. Siempre quise corregir aquello, creo que lo iba consiguiendo con el tiempo, pero siempre tenía resquicios de dolor, de Kms. dando vueltas a mi derrota. Éste artículo habla de la felicidad, pero las emociones son bipolares y la tristeza, por tanto, debe aparecer mencionada también.
Los tubos en DK. Jamás me saciaría.
Recuerdo los comienzos de mi hermano en competición, y cómo mi padre (fiel e incondicional a cada una de nuestras citas) irremediablemente se vio obligado a contener su alegría con nuestras victorias, especialmente cuando comprobaba que Nacho me iba a comer en apenas uno o dos años. Nuestro trato siempre fue perfecto, incluso le debo algún favor en el agua, pero sólo podía ganar uno. El patriarca no podía sentirse como Papá Gasol viendo a España. Su obligación era
atenuar la emoción de alegría, por respeto al otro, lo cual, le honra pero no creo que sea felicidad plena.
Con Nacho, mi hermano. Abrigados después de unas horas felices.
La competición ya es cosa del pasado. Libertad
Mi mejor recuerdo en competición lo tengo de cuando yo tenía unos diecisiete años: fuimos dos equipos de cuatro bodyboarders gallegos al campeonato Luso-Galaico de Bodyboard Equipos. Tuve la suerte de formar equipo con Yiyi Obenza, Pichu González y Nano Rodríguez. Deportistas de la talla de Rui Ferreira, Rato, Metallico, Tiago Martins, Tiago Ramires,… se citaron allí, en Oporto. Nos colamos en la final, y en ella ,con una gran actuación de todos conseguimos ganar el campeonato. Por primera vez compartí ocho horas de viaje entre incesantes saltos, gritos, abrazos, risas y sorbos de champagne, desde Leça da Palmeira hasta Ferrol pasando por Vigo y Noia a dejar a los integrantes del otro equipo gallego que viajó con nosotros, parcialmente infectados de nuestra desbordante alegría. Esa fue la única vez que pude asociar competición a felicidad plena. ¿Qué ocurría? Se trataba de un equipo. Un equipazo.
Por ello, me permito la licencia de despreciar la competición individual cuando hablamos de felicidad y no de satisfacción, superación o gratificación a un esfuerzo personal. Por eso envidio esa parte de los deportes de equipo. Adoro el basket sobre todo, y los buenos partidos de fútbol. Por eso disfruto llevando la responsabilidad de la selección de Bodyboard.. La visión del surfing
como entrenador personal, me ha aportado algo parecido pues
he tenido momentos de felicidad; sobre todo en los momentos que rider, entrenador y familia hemos sido un Equipo.
Cerrado el tema de la competición, otro detalle que no debemos olvidar es que las emociones son bipolares. Es imposible conocer la felicidad sin haber conocido antes la tristeza, ni la ansiedad sin la relajación, al igual que una sesión de olas maravillosa sin otra realmente horrorosa. Sin embargo, si nos remitimos a los indicadores de felicidad de un surfista soul rider por excelencia sin duda encontraremos algunos de estos:
Sol
Temperatura agradable
Tamaño mediano (subjetivo)
Poca gente en el agua (mejor sólo amigos entre 2 y 4)
Ausencia de peligrosidad o índices suaves
Ausencia de lesiones o malestar físico
Material en buen estado y adecuado a la sesión
CALIDAD y dirección de la ola en sintonía con el surfista
Ausencia de Tiburones, Medusas ni contaminación.
Rara es la ocasión en la que todos estos factores coinciden, pero creo que en uno o varios de ellos simbolizan lo que buscamos los que amamos el surf, y por tanto, se representa y se intuye nuestra felicidad. Éstos suponen el fin del camino de la ruta que me propone Punset en su recomendable libro (véase ref.)
Como antes indicamos, todos estos factores pueden variar de forma cualitativa y cuantitativa hasta el punto de tener todos ellos un valor de equilibrio óptimo según la persona, donde excesos y defectos plantean problemas, o lo que es lo mismo nos alejan de la felicidad. Por ejemplo existen surfistas que no conciben una sesión feliz si no se presentan altos gradientes de riesgo. Así mismo también podemos encontrar el perfil contrario.
En cuanto a la calidad y dirección de la ola, he observado como algunos surfistas goofys no disfrutan de una sesión con olas de derechas perfectas así como de surfistas regulars con imponentes izquierdas, por eso la variable calidad de la ola, no puede ir separada, en algunos casos de las preferencias individuales de dirección, incluso en Bodyboard también esta variable puede ser fundamnetal para estar feliz.
Rafa Dopico felicitándose en un viaje juntos.
Ésta es la felicidad intrínseca del soul surfer . Algunos deportes no se pueden practicar si no hay rivales. El surfing feliz no tiene victorias ni derrotas. El surfista ni pierde, ni gana ni es juzgado. Pienso que el surfer de competición que se olvide de dedicar tiempo a la antropología de este deporte, a su belleza, a sicronizarse con la naturaleza en compañía, habrá perdido lo más sagrado de esta manera de deslizarse. Creo que todo surfista Pro debe dejar un hueco para disfrazarse de amateur, para disfrutar del zumo salado. De lo contrario su trabajo, será todavía más duro si cabe.
En resumen, la felicidad es individual, bioquímica, transitoria y se guarda en el cajón de las emociones. Continuamente hacemos esfuerzos para sacarla de allí y los surfers lo solemos conseguir cuando encontramos unos cuantos de los indicadores antes citados. ¿Se les ocurre alguno más ?. Seguro que sí.
Búsquenles... sean felices.
Kako García: Psicólogo experto en Terapia Sistémica.
Agradecimientos a Eugenio Prados y Pablo López. (Fotografía)
Ref. Bibliográficas.
- Punset, E. "
El viaje a la felicidad". Ed. Destino. Barcelona 2005.
- Evans, D. "
Emotion: The Science of Sentiment" (2001)
Editorial Review - Cahners Business Information.
- Kelley, H.y Thibaut, J. (1978) "Interpersonal relations: A theory of interdependence" New York: Wiley